Un torneo visto desde dentro – El campeonato de Noruega (II)
Torleiv en el #5 |
Es jueves y el día ha comenzado con un viaje de 4
horas desde Oslo a Eydehavn. Aunque cuatro horas en coche parecen mucho,
Torleiv y yo nunca nos aburrimos. Siempre tenemos temas de conversación, desde
la familia y los niños, pasando por técnica y discos, hasta los posibles
escenarios de juego en el torneo. En realidad cuatro horas no son nada cuando
se tiene mucho de que hablar.
A las 10:15 ya estábamos en el primer hoyo. Hemos
jugado los 28 hoyos. Sí, 28 que jugaremos una vez el viernes y una el sábado.
El domingo en la última ronda vamos a jugar solamente 18.
El hoyo #26 |
Esta mañana soleada hemos probado drives,
aproximaciones y putts en todos los hoyos. En los más especiales hemos hecho
más repeticiones. Es lo que ha sucedido en el #1, el #4, el #6, el #8, el #11,
el #12, el #13, el #18, el #26 y el #28. En total hemos utilizado cuatro horas
y media. Un día duro en “la mina” Además, al terminar me he puesto a repetir el
#1 para decidir si voy a jugarlo de modo “agresivo” o convencional. Tras
repetirlo varias veces y con diferentes discos, he decidido que voy jugarlo
basándome en la estadística y solamente ir a por el par. ¿Porqué? el 50% de los
drives han aterrizado en el green, pero han rebotado y salido fuera. El hoyo va
a jugarse tres veces. Si fallo tengo que lanzar un nuevo drive con un
lanzamiento de penalización. Eso significa que voy a terminar el hoyo en por lo menos cinco. Para
subsanar este doble bogey voy a necesitar dos birdies en las siguientes rondas.
Poco probable. Si juego el hoyo sin arriesgarme y haciendo dos lanzamientos voy
a hacer un tres. Tres pares da un total de nueve. Estoy seguro de que nueve
está bien. De ahí mi elección. El mismo escenario lo encontramos en el #28. Mañana
decidiré lo que hago en el.
La impresión general de mi juego es positiva. Los
putts han funcionado. Los drives no han estado nada mal. Las aproximaciones
tampoco. No significa nada, pero mentalmente me da más seguridad.
Por la tarde nos hemos acercado a la casa en la que
viven muchos de los jugadores para hacer barbacoa y charlar. Uno de los chicos
ha cerrado la puerta con la llave dentro y hemos tenido que improvisar para
recuperarla. Hemos encontrado una escalera y mientras Torleiv y yo la
sujetábamos, el chico en cuestión se coló de nuevo en la casa y recuperó la
famosa llave. En estos torneos nunca nos aburrimos.