Iván y su viaje al epicentro del discgolf en Europa

- Hola Carlos. Estoy pensando en ir al torneo de Estocolmo. Mi hermano y su familia viven allí y les haríamos una visita.
- Pues si vas, avísame y vienes conmigo de caddy. Vas a ver por dentro un torneo en el mejor campo posiblemente de Europa.

A los dos días, dicho y hecho. Ángela, mi mujer, y yo, teníamos los billetes para Estocolmo con escala de dos días en Ginebra. El miércoles, salimos para allá y el jueves visitamos el Lago Lemman por la costa suiza y, ya de vuelta a Ginebra, aprovechamos para jugar el campo en el que se celebrará el año que viene el Abierto de Europa, el Disc Golf Les Evaux Course. Jugamos la versión estándar, que parece que va a ser modificada para el europeo. Pero pudimos ver que el campo es esencialmente horizontal, en un parque público inmenso y con unas instalaciones deportivas impresionantes. Nos comentó Boris Lazzaroto (el presidente del Disc Golf Geneve - http://www.discgolf-geneve.ch -) que había sido construido sobre un antiguo campo de golf, del que quedan vestigios que se aprovecharon para el trazado de disc golf. Tiene obstáculos y límites divertidos, incluso un pequeño lago que hay que atravesar (¡cuántos discos tendrá!). Y un par de canastas sobre montículos altísimos en los que aterra puttear.

Carlos pateando
El viernes teníamos previsto salir hacia Estocolmo a las 6 de la mañana, pero perdimos el avión gracias a una metedura de pata personal que prefiero olvidar. La idea era pasar el día practicando el campo de Jarva (el del torneo) con Carlos, Torleiv y Øystein (sus amigos y compañeros de viaje noruegos). Nuestro gozo en un pozo. Aun así, tuvimos la suerte de que quedaban dos plazas para el vuelo del día siguiente, así que aprovechamos el viernes para visitar la ONU, la ciudad y un edificio de Le Corbusier (deformación profesional), y así poco a poco liberarnos de la frustración de no poder jugar en Jarva.

El sábado, ¡por fin! llegamos a Estocolmo con el recibimiento inigualable de nuestras sobrinas Lola y Mar, y conduciendo sus papás, nos llevaron directamente a Jarva. Es un campo situado en medio de la nada, casi al lado de una autovía, y al que se accede por un camino de tierra. Una llegada rara. Pero al bajar del coche, empezó a abrírseme la boca. En el hoyo pegado al aparcamiento (8) estaba haciendo una aproximación perfecta Avery Jenkings. Inmediatamente tras la entrada, en el driving field (campo de prácticas) volaban discos a 130-150 metros. Giramos la cabeza y vemos en una canasta de prácticas a Nikko Locastro desahogándose de derechas con toda su fuerza (confirmamos luego que había tenido una ronda regular) desde 15 metros y metiendo un tiro tras otro (menos mal, porque si se le va alguno y pilla a alguien por allí...).

Hugo, mi hermano, y yo nos fuimos a buscar a Carlos por los últimos hoyos. No lo encontramos, pero empezamos a flipar con los hoyos (caídas, árboles, unos tees perfectos y todo cuidadísimo). Finalmente dimos con él en la zona de entrada, frente a la tienda que había montado Latitude (patrocinador del torneo) con discsport. Su cara dejaba ver que no se había dado bien la mañana. Efectivamente, había hecho +4. Con lo que quizás no contaba Carlos sería que el resto tampoco habían hecho una gran ronda, lo que habla de la dificultad del campo. Aún quedaban 2 rondas más para pelear por lo que él dice su objetivo principal: jugar la final.


Comimos toda la familia con él, pronto, a las 12, y hablando español (decía él) por primera vez en un campeonato. Jugaba la segunda ronda a las 2 y parecía que se iba relajando poco a poco. Y a las 12 y media me dice: Iván, hay nueve hoyos libres para practicar los jugadores ¿jugamos algunos para calentar? Antes de acabar la frase, yo ya estaba de pie con mi mochila. Y allá fuimos. Empezamos en el 10. Los tiros de Carlos eran perfectos. A mí se me iban para la derecha, para la izquierda, pero me daba igual. Estaba en una nube. Como si a un tenista le invitan a practicar con Nadal en la pista central de Wimbledon (piensas: si a Nadal no le importa...). Llegamos al 14. Buff. Buscadlo en Youtube. Parece una pista de esquí. De nuevo Carlos perfecto y yo, a la derecha con un Flow, fuera de límites, hierba alta. Fui a por el disco temiendo lo peor por la atracción que ofrezco a todo tipo de insectos, y al salir de la hierba, me miré por si acaso: allí estaba la garrapata, buscando las zonas más cálidas de mi cuerpo. ¡Fuera! Jugamos los últimos y nos fuimos al hoyo de salida de la segunda ronda.

Maxime drive
Gente muy educada en el grupo, muy correctos en las formas. Y aquí empiezo a darme cuenta del nivel de los jugadores, de cómo gestionan la presión. Lo más importante parece que es no fallar, y, si una sale buena, intentar aprovecharla. Son todos jugadores con experiencia, con técnica y buena táctica. Conozco al fin el hoyo 21, “la isla”. Dos del grupo se salen fuera y ¡la meten desde el dropeo!. Carlos hace una buena ronda, pero dos putts por los pelos... un approach que rueda..., me doy cuenta de que, jugando bien, todo depende de los detalles, momentos muy finos.

Cuando volvemos a la cantina, nuestro campeón español, el pionero en nuestro país, ya está más contento. Está cuarto y sonríe. Se saluda con la gente, y esta vez es a los demás a los que no les ha ido tan bien. Pedimos unas cervezas y se sienta con nosotros Maxime Tanghe. Un chaval belga estupendo que no llega a 20 años y con un magnífico rating de 1011. Viaja con su padre, Jean-Louis (982), que también compite. Le pido que tire unos drives en el campo de entrenamiento para fotografiarlo, y para allá fue sonriente. Se lleva muy bien con Carlos. Ponen el panel de la clasificación y Carlos está en cuarto lugar pero ¡con bandera sueca! Me levanto indignado ante las risas de Carlos y sus colegas y me dirijo en “mi” inglés al que está montando el panel:

- Perdón. Carlos no es sueco. - le digo
- Ya. - respuesta sueca.
- Es español.
- Es que no tenemos bandera española.
- Pues vengo desde España para hacer esta foto con nuestra bandera.
- No se preocupe. No es mi intención molestarle. Si no la tenemos, la hacemos. - respuesta increíble para un oído español.

Y se fue. Y a la media hora, ahí estaba la banderita española en el panel de los líderes del abierto de Estocolmo.

Se va juntando un grupo de gente maja alrededor y pasamos un buen rato hasta que llegan Torleiv y Øystein de jugar su segunda ronda. No les ha ido mal, pero no están para tirar cohetes. Vamos caminando al hotel por un bosque y cenamos una pizza en un turco (un poco surrealista, a los del club de Oviedo nos parecería sitio conocido, más por el personal que por el enclave).

Locastro en su salsa
Al día siguiente, toque de diana a las ¡6! ¡es de día hace horas! Sólo pensarlo agota. Nos encontramos en el desayuno y tiramos para el campo. Los jugadores se fueron a calentar y yo a mirar al personal. Hay de todo: Nórdicos clásicos de barba rubia, románticos de los 70 (v. D.Feldberg) o de los 90 (Locastro), deportistas a la americana (A.Jenkins) y algunos más aburguesados que pasarían por golfistas de palo y bola. Pero también hay un grupo de gente menos afectada, gente sonriente y sana, y voy descubriendo que mucho de ellos vienen del Ultimate. Metería en ese grupo a Bert Brader (quedó segundo en Masters, siempre aplaudiendo y animando a sus rivales), Otfried Derschmidt (austriaco) o Boris Lazzaroto, que no jugó y se fue a Estocolmo en una excursión con gente del club de Ginebra (encantadores) para jugar los campos de la ciudad y ver la final del abierto.

La tercera ronda Carlos la juega en el grupo de cabeza como cuarto. Salen del hoyo 13. Juegan todos increíblemente bien. Los putts en esta ronda, estoy convencido de que determinaron el resultado final. El juego fue precioso y visto desde un palco de lujo, para que contar. Acabaron todos con 55 y 56 en un par de 58.

Fuimos inmediatamente al hotel a hacer las maletas y dejar la habitación y volvimos a comer al campo.

Había salido tan enchufado de lo que había visto en la tercera ronda, que cogí los discos que me había llevado y me fui a tirar al campo de entrenamiento después de comer. Me salía todo y batía mis propios récords de distancia. Mi lado más freak se había liberado... hasta que llegaron los buenos a practicar: ...vuelta a la realidad.
La final, señores, más de lo bueno, el mismo grupo y lanzamientos increíbles. Se combinaba talento y experiencia en un torneo que todos querían ganar y todos excepto Mats Öberg supieron perder. Elegancia y algo que me recordó al espíritu Ultimate.

Øystein, Carlos. Iván y Torleiv
Acabamos viendo a los grupos de cabeza de la categoría open. A parte del lanzamiento para eagle de Feldberg en el hoyo 8, que pronto estará en el trending topic de Youtube, me quedo con un drive de salida de derechas de Richard Wysocki en el 7, y que propició el único birdie en ese hoyo de la final. Increíble.

Todo acabó con un show de Locastro antes de la entrega de trofeos compitiendo delante de todos contra sí mismo a ver quién la lanzaba más lejos.

Una experiencia irrepetible por todo: Ver un torneo desde dentro, acompañar a un campeón de esta calidad humana, ver un campo extraordinario, conocer gente estupenda y de máxima categoría, el show de una final repleta de americanos (allí estaban los nº 1, 2, 5 y 9 del mundo), y por último, del comentario de Boris Lazzarotto, al que encontré en el avión de vuelta: “¿De qué conoces a Carlos? Es que en Europa es una leyenda”. Gracias Carlos.

(Gracias a Iván por su relato y también por toda su ayuda y positividad en Estocolmo)



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